No hay suficientes palabras para describir la rabia y la frustración vividas cuando se violan sin escrúpulos los derechos fundamentales de las familias más vulnerables con el único pretexto de especular con nuestros hogares.
Estamos ante una situación de emergencia crónica desde hace una década, y la falta de voluntad política provoca que estemos viviendo unos momentos a la altura de los peores años de la crisis. Las que lo sufrimos y luchamos cada día para revertir la situación lo sabemos bien. Cuando el Gobierno mira para otro lado al mismo tiempo que promueve y defiende a los especuladores, las familias se ven empujadas a una situación de precariedad cada vez mayor, que hace inasumibles los precios de la vivienda y son desahuciadas sin ningún pudor para que los buitres se enriquezcan.
Ante esto lo único que nos queda es la autoorganización ciudadana y la desobediencia civil para defender esos derechos fundamentales que se violan cada día. En España se produce 1 desahucio cada 5 minutos, llegamos a los que podemos y los paramos con nuestros cuerpos en la puerta, enfrentándonos a bancos, grandes propietarios, fondos de inversión, comitivas judiciales y fuerzas del orden. Lamentablemente hay ocasiones en que la usura y la falta de humanidad son más poderosas. Ayer fue uno de esos días.
Para PAH Barcelona el día empezó como otro cualquiera, habíamos convocado dos “stop desahucios” que debíamos detener. El primero el de la familia de Raquel, pareja con 2 hijas menores (una de 8 meses y otra de 5 años), que ante la pérdida de trabajo no pudieron afrontar el alquiler y tras tener concedido un piso de la Mesa de emergencia hace 6 meses, en este tiempo ha sido todo un pulso con el propietario, dueño de tres fincas y que no necesita el piso para vivir, cuyo único propósito ha sido dejarlas en la calle sin ninguna intención de dialogo o búsqueda de una solución -como demuestran los 5 intentos de desahucio, uno en abierto, en tan poco tiempo-. Una solución que simplemente pasa por ganar unos pocos euros menos al mes ofreciendo un contrato de alquiler social y no uno de mercado bien hinchado acorde con la actual burbuja. Ayer lo consiguió, y sin importarle los daños humanos que su avaricia provoca, Raquel y su familia fueron desahuciadas. Logramos que fueran realojadas en un hostal hasta que les llegue el piso concedido por el Ayuntamiento, que se comprometió a realojarlas dignamente en, máximo, un mes. Estaremos vigilantes a que esto sea así
Paralelamente a esto, el BBVA estaba dejando en la calle a Mohamed y su hermano, que se habían visto obligados a recuperar un piso vacío de la entidad, sin ningún tipo de alternativa. Denunciamos al Ayuntamiento de Badalona, que ante esta situación solo fue capaz de ofrecer como solución una noche de pensión hasta esta mañana a las 8h. Por suerte tienen a la PAH de su lado y hoy no descansaremos hasta lograr una alternativa. El día de ayer fue duro, pero no ha hecho más que reafirmarnos y darnos fuerzas para seguir luchando.
Ante la pasividad política es responsabilidad de la ciudadanía revertir la situación hasta lograr que los bancos y los fondos buitre devuelvan nuestras casas para ampliar el parque público de vivienda, cambiar las leyes criminales que protegen la mercantilización de un derecho universal y acabar con los desahucios.
Lo anunciamos el miércoles en la nueva campaña de la Obra Social PAH Vivir no es delito, y mañana, junto a 35 ciudades europeas saldremos a la calle. Pinchemos entre todas la burbuja, alcémonos y conquistemos el derecho a techo.
Lo que ayer les pasó a Raquel y a Mohamed, mañana nos puede pasar a cualquiera de nosotras.
¡Evitémoslo!