Sin vivienda digna no hay derechos laborales plenos
Este 1 de mayo, Día de la Clase Trabajadora, desde la PAH mandamos una idea clara: sin casa no hay vida digna, y sin vida digna no hay derechos laborales reales. La precariedad en la vivienda es una de las formas más crueles de explotación que sufre hoy la clase trabajadora. Nos quieren con sueldos bajos, jornadas interminables y alquileres impagables. Nos quieren endeudadas, desahuciadas, cansadas, calladas. Pero no lo estamos.
Hoy, como ayer, sabemos que la vivienda es un frente central en la lucha de clases. Mientras miles de familias son expulsadas de sus hogares por no poder pagar una hipoteca o un alquiler abusivo, los grandes propietarios especulan con un derecho básico. La vivienda ha dejado de ser un hogar para convertirse en un negocio, y nuestra estabilidad, nuestra salud y nuestras vidas se sacrifican en el altar del beneficio.
Esta realidad no es casual. Forma parte de un modelo económico basado en la extracción: nos exprimen como trabajadoras y como inquilinas, y cuando no podemos pagar, nos echan. En los últimos años, hemos visto cómo el aumento del precio de los alquileres, la turistificación y el negocio de los fondos vampíricos han generado una nueva forma de desposesión masiva. El hogar se ha convertido en un campo de batalla. Y cada desahucio es una agresión directa a los derechos que decimos defender el 1 de mayo.
No hay lucha obrera sin lucha por la vivienda. Porque tener una vivienda estable y asequible no solo garantiza descanso, salud y cuidado: permite organizarse, permite decir “no”, permite hacer huelga, permite vivir con dignidad. Las condiciones laborales están directamente ligadas a nuestras condiciones habitacionales. ¿Cómo defender tus derechos en el trabajo si vives con el miedo constante de ser desahuciada?
Desde la PAH llevamos más de una década luchando contra los desahucios, denunciando a los especuladores y construyendo comunidad. Lo hacemos con desobediencia civil, con solidaridad, con propuestas concretas y con exigencias políticas claras. Lo hacemos con la firmeza de quien sabe que lo que está en juego no es solo un techo, sino un modelo de sociedad.
Este 1 de mayo, llamamos a todas las trabajadoras y trabajadores a sumarse a la defensa del derecho a la vivienda. Porque frente a la especulación, construimos redes de apoyo. Frente al miedo, generamos poder popular. Frente al saqueo organizado, respondemos con organización colectiva.