El drama de las ejecuciones hipotecarias sigue vivo: familias enteras expulsadas de sus hogares mientras bancos y fondos se enriquecen
Los datos del Instituto Nacional de Estadística para el segundo trimestre de 2025 son claros: las ejecuciones hipotecarias sobre viviendas habituales han crecido un 28,1% en solo un año. No son números fríos: son casas, vidas y proyectos rotos. Son familias que un día creyeron que tendrían un hogar estable y hoy son expulsadas a la fuerza para alimentar la maquinaria de la especulación.
El repunte de esta injusticia no es casual, viene de lejos. Llevamos años denunciando la situación que tiene raíces muy claras y a pesar de no llenar titulares, la tragedia nunca se resolvió. La trampa hipotecaria y las cláusulas abusivas continúan siendo muestras claras de la ambición sin límites de los bancos: cada ejecución hipotecaria es una oportunidad de oro para ellos. Se quedan con las casas por no más del 70% del valor hipotecado y luego las venden un 60% más caras, en un mercado donde los precios suben sin freno. El negocio es redondo: expulsar a familias para seguir especulando.
Aumentos indiscriminados como los ocurridos en 2022 con el euríbor son un buen ejemplo de ello. Las cuotas hipotecarias comenzaron a ahogar a miles de hogares. La combinación de tipos de interés por las nubes y salarios bajos ha dejado a muchas familias sin capacidad para pagar su propia vivienda.
Mientras el debate político y mediático habla solo de alquileres y de ayudas parciales para jóvenes, en paralelo ya hay dos o tres generaciones enteras ejecutadas.
Hablamos de familias que superan los 50 años, que han perdido su casa, sus sueños y cualquier posibilidad de empezar de nuevo. Porque con los precios actuales, es imposible acceder a otra vivienda, sea en compra o en alquiler. Se les expulsa del hogar y del futuro. Y para colmo, los fondos buitre compran esas viviendas ejecutadas a precio de ganga —a veces incluso en plena moratoria hipotecaria— para desahuciar y especular con ellas. Un negocio redondo construido sobre el sufrimiento de la gente.
Todo esto ocurre con un silencio político y mediático vergonzoso. Nadie quiere hablar de ejecuciones hipotecarias, ni de bancos, ni de fondos. La agenda oficial va por un lado; la vida real, por otro.
Desde La PAH exijimos:
- Suspensión de las ejecuciones hipotecarias hasta garantizar una protección real para los deudores.
- Prohibir la compraventa especulativa de viviendas ejecutadas.
- Adquirir y gestionar las viviendas como parque público y destinarlas, priorizando su acceso, a las familias ejecutadas.
- Planes de vivienda pública para ofrecer soluciones reales, no parches.
- Una intervención y regularización de los precios de las viviendas y la ley hipotecaria.
Estamos ante una emergencia social invisibilizada y sin salida. Miles de familias están perdiendo su hogar mientras políticos miran a otro lado y bancos y fondos mercatilizan nuestras vidas.
Desde La PAH no vamos a permitir que se siga construyendo un país donde la vida de la gente valga menos que la codicia de unos pocos. La vivienda es un derecho, no un negocio. No vamos a dejar de luchar hasta que esto sea una realidad.